¡Hola queridos animalitos de la naturaleza! Después de un largo rato de no pararme por aquí, gracias a la explotación sanguinaria a la que con gusto me he sometido en la chamba (los dos o tres últimos posts fueron programados, no crea que el fantasma de Michael Jackson postea desde Neverland), vuelvo con mi reino del terror para atormentarlos con el mismo contenido quejoso que ha caracterizado a este blog.
Gracias al comentario acertado de 'second mom' (en este post) recordé la felicidad que me causa viajar, y no son los lugares que visito lo que en realidad me molesta, no, pues disfruto de cada lugar en el que he estado: las calles, las mujeres, la comida típica, las mujeres, los sitios de interés, las mujeres, ruinas arqueológicas, etc... y las mujeres; el problema es la transportación.
Viajar en cualquier medio de transporte, en mi caso, se ha convertido en la prueba fehaciente de que el karma es un desgraciado amargado y miserable, y la única manera en la que no se siente tan miserable es hacer miserable a los demás. Y algunos dirán: "ajá... mira cómo sufre este güey, si no le ha pasado nada grave... ¡chale!", pero hay veces en las que sería mejor que el chofer del autobús intentara desafiar las leyes de la gravedad abriéndose paso hacia un barranco mientras le hace un recorte de manga al buen Newton (y ofende de manera verbal y repetidamente a toda su estirpe) en lugar de soportar toda clase de contratiempos y "excentricidades" que me han ocurrido durante mis traslados de una ciudad a otra.
Debo decir que ya no me sorprenden las averías y los retrasos de autobús, es lo mínimo que me espero, y acaso levantaré una ceja cuando el chofer se pone hasta las manitas y todos los trabajadores de la línea de autobuses se alarman porque la turba peligrosa (el pasaje) amenaza con volverse más peligrosa si no consiguen otro chofer disponible; ya estamos más que caladitos en ese aspecto. La filmografía de la India María, viejitas pedorras haciéndose las dormidas, viejitos dormidos babeándote y roncando, borrachos dormidos recargándose en tu hombro, niños latosos pateando tu asiento, madres escandalosas tratando de calmar a los niños latosos que están pateando tu asiento, pasajeros vampiros que corren las cortinas ante cualquier amenaza del astro rey por colarse al interior del camión y muchos etcéteras, son parte de mi largo historial de viajes en autobús. Y enumeraría todas mis anécdotas pero necesitaría un post para cada una de ellas, lo que implicaría perder mi inexistente vida social, y dejar a un lado mis múltiples ocupaciones ociosas, para documentarlas debidamente.
La más entrañable de todas estas chocoaventuras fue la vez que llevé conmigo una guitarra que me habían regalado. El cuadro era el siguiente:
En la terminal de autobuses (a punto de abordar el camión)
Chofer de autobús pendejo e ignorante: "¿Qué es lo que traes ahí?"
Yo (con cara de 'cómo se ve que eres un pendejo ignorante'): "Una guitarra."
Chofer de autobús pendejo e ignorante (haciendo alarde de su pendejez e ignorancia): "Llévala abajo."
Yo (pensando en darle toda una explicación de cómo el movimiento y las maletas podrían fastidiar la caja o la acústica, y recordando que estoy frente a un chofer de camión que es obvio que no sabe de guitarras por lo cual tendré que ahorrarme todo el choro): "Se fastidia con las maletas."
Chofer de autobús cada vez más pendejo y más ignorante: "No le pasa nada, te lo juro."
Yo: "Sí pasa, se friega la caja y se friega la acústica."
Chofer de autobús con la pendejez y la ignorancia en todo su esplendor: "Además, ni que fueran tan caras." (Aquí es obvio que el pendejo este jamás ha escuchado términos como 'Squier' y 'tipo Fender')
Yo: "Esta es de las caras."
Chofer de autobús en el plus-ultra de la pendejez: "Si algo le pasa yo te la pago."
Yo: "O.K. Me parece perfecto ¿Me podrías dar tu nombre y número de conductor por favor?"
Chofer de autobús (la pendejez está implícita): "¿Para qué?"
Yo: "Obvio no voy a invitarte un café. Para saber por quién preguntar si se fastidia mi guitarra y cobrarle."
Chofer de autobús despertando el séptimo chakra de la pendejez: "Pues fíjate que no te lo doy ¿cómo ves?"
Yo (haciendo un esfuerzo sobrehumano para que no me exploten las venas de la frente e intentando mantenerme tranquilo): "Mal, me dices que me la vas a pagar pero no ofreces ninguna garantía."
Chofer de autobús... siguiendo en la misma línea (se me acabaron los eufemismos): "Pues ni la subes y ni te la pago, porque el que manda aquí soy yo, y te jodes."
Acto seguido, dos maleteros se lanzan sobre mí para contenerme (quiero creer que realmente me querían agarrar para que el pinche chofer se diera gusto partiéndome la madre porque era él quien parecía que iba a empezar con las hostilidades), diciéndome cosas como "tranquilo, no te pongas agresivo" y "lo estás estresando y tiene que conducir" (¿que no les dan terapia estos idiotas para manejar el estrés?). Cuando estaba yo pidiendo mi reembolso, porque ni loco me subo a un camión conducido por un pendejo (sí, creo que la repetición indiscriminada de la palabrita ha logrado que empiece a perder sentido), bajó una señora muy buena onda que resultó ser profesora de música y le dio al señor una cátedra tipo "aprenda usted de música en cinco minutos aunque sea un perfecto pendejo", y le comentó lo mismo que yo le había dicho momentos antes acerca de las guitarras. Y por fin el tipo este accedió a que yo subiera la guitarra, aunque de muy mala gana.
Efectivamente 'second mom'... es karma... ¡Karma!
Gracias al comentario acertado de 'second mom' (en este post) recordé la felicidad que me causa viajar, y no son los lugares que visito lo que en realidad me molesta, no, pues disfruto de cada lugar en el que he estado: las calles, las mujeres, la comida típica, las mujeres, los sitios de interés, las mujeres, ruinas arqueológicas, etc... y las mujeres; el problema es la transportación.
Viajar en cualquier medio de transporte, en mi caso, se ha convertido en la prueba fehaciente de que el karma es un desgraciado amargado y miserable, y la única manera en la que no se siente tan miserable es hacer miserable a los demás. Y algunos dirán: "ajá... mira cómo sufre este güey, si no le ha pasado nada grave... ¡chale!", pero hay veces en las que sería mejor que el chofer del autobús intentara desafiar las leyes de la gravedad abriéndose paso hacia un barranco mientras le hace un recorte de manga al buen Newton (y ofende de manera verbal y repetidamente a toda su estirpe) en lugar de soportar toda clase de contratiempos y "excentricidades" que me han ocurrido durante mis traslados de una ciudad a otra.
Debo decir que ya no me sorprenden las averías y los retrasos de autobús, es lo mínimo que me espero, y acaso levantaré una ceja cuando el chofer se pone hasta las manitas y todos los trabajadores de la línea de autobuses se alarman porque la turba peligrosa (el pasaje) amenaza con volverse más peligrosa si no consiguen otro chofer disponible; ya estamos más que caladitos en ese aspecto. La filmografía de la India María, viejitas pedorras haciéndose las dormidas, viejitos dormidos babeándote y roncando, borrachos dormidos recargándose en tu hombro, niños latosos pateando tu asiento, madres escandalosas tratando de calmar a los niños latosos que están pateando tu asiento, pasajeros vampiros que corren las cortinas ante cualquier amenaza del astro rey por colarse al interior del camión y muchos etcéteras, son parte de mi largo historial de viajes en autobús. Y enumeraría todas mis anécdotas pero necesitaría un post para cada una de ellas, lo que implicaría perder mi inexistente vida social, y dejar a un lado mis múltiples ocupaciones ociosas, para documentarlas debidamente.
La más entrañable de todas estas chocoaventuras fue la vez que llevé conmigo una guitarra que me habían regalado. El cuadro era el siguiente:
En la terminal de autobuses (a punto de abordar el camión)
Chofer de autobús pendejo e ignorante: "¿Qué es lo que traes ahí?"
Yo (con cara de 'cómo se ve que eres un pendejo ignorante'): "Una guitarra."
Chofer de autobús pendejo e ignorante (haciendo alarde de su pendejez e ignorancia): "Llévala abajo."
Yo (pensando en darle toda una explicación de cómo el movimiento y las maletas podrían fastidiar la caja o la acústica, y recordando que estoy frente a un chofer de camión que es obvio que no sabe de guitarras por lo cual tendré que ahorrarme todo el choro): "Se fastidia con las maletas."
Chofer de autobús cada vez más pendejo y más ignorante: "No le pasa nada, te lo juro."
Yo: "Sí pasa, se friega la caja y se friega la acústica."
Chofer de autobús con la pendejez y la ignorancia en todo su esplendor: "Además, ni que fueran tan caras." (Aquí es obvio que el pendejo este jamás ha escuchado términos como 'Squier' y 'tipo Fender')
Yo: "Esta es de las caras."
Chofer de autobús en el plus-ultra de la pendejez: "Si algo le pasa yo te la pago."
Yo: "O.K. Me parece perfecto ¿Me podrías dar tu nombre y número de conductor por favor?"
Chofer de autobús (la pendejez está implícita): "¿Para qué?"
Yo: "Obvio no voy a invitarte un café. Para saber por quién preguntar si se fastidia mi guitarra y cobrarle."
Chofer de autobús despertando el séptimo chakra de la pendejez: "Pues fíjate que no te lo doy ¿cómo ves?"
Yo (haciendo un esfuerzo sobrehumano para que no me exploten las venas de la frente e intentando mantenerme tranquilo): "Mal, me dices que me la vas a pagar pero no ofreces ninguna garantía."
Chofer de autobús... siguiendo en la misma línea (se me acabaron los eufemismos): "Pues ni la subes y ni te la pago, porque el que manda aquí soy yo, y te jodes."
Acto seguido, dos maleteros se lanzan sobre mí para contenerme (quiero creer que realmente me querían agarrar para que el pinche chofer se diera gusto partiéndome la madre porque era él quien parecía que iba a empezar con las hostilidades), diciéndome cosas como "tranquilo, no te pongas agresivo" y "lo estás estresando y tiene que conducir" (¿que no les dan terapia estos idiotas para manejar el estrés?). Cuando estaba yo pidiendo mi reembolso, porque ni loco me subo a un camión conducido por un pendejo (sí, creo que la repetición indiscriminada de la palabrita ha logrado que empiece a perder sentido), bajó una señora muy buena onda que resultó ser profesora de música y le dio al señor una cátedra tipo "aprenda usted de música en cinco minutos aunque sea un perfecto pendejo", y le comentó lo mismo que yo le había dicho momentos antes acerca de las guitarras. Y por fin el tipo este accedió a que yo subiera la guitarra, aunque de muy mala gana.
Efectivamente 'second mom'... es karma... ¡Karma!
1 comentario:
¡Me encantó! Morí de risa porque tienes un perfecto modo de plasmar lo que se genera en tu complicada mente... jijiji...
Clásico es que te encuentres con el típico conductor PENDEJOOOOO que no sabe ni madres de lo que le estás hablando pero se encabrona porque "el que manda es él" PO-BRE-CI-TO... él jura. Qué bueno que pudiste en aquella ocasión subir tu guitarra contigo y no joderla entre las maletas (:
Te mando un besoteeee ;**
¡¡¡¡En verdad disfruto leerte!!!!
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