martes, 21 de julio de 2009

Clases de interacción humana 5

Debe ser genial tener a tanta gente agregada en tu Hi5 o Facebook, también debe alegrarte el día encontrar tu MSN repleto de contactos con los que puedes chatear, y qué feliz debes ser por tener una horda de seguidores vía twitter. Pero ¿no te has dado cuenta que el tiempo que destinas para relacionarte con otro ser humano en el mundo real es inversamente proporcional a las horas que te la pasas frente a la computadora?

lunes, 13 de julio de 2009

De la misantropía frecuente selectiva

¿Cómo se convierte alguien en una persona quisquillosa e intolerante hacia casi todo? Se requiere de años de irlo trabajando, mamonería en cantidades industriales, irse amargando con el paso de los años, ser fijado en todos los detalles, escuchar música quejica y ver películas asiáticas (aporte hecho por mi hermaniux), volverte elitista, algo de megalomanía, o culpar a la sociedad y sus costumbres, porque ellos fueron los que te convirtieron en eso (aparte de que tiene un gusto exquisito echarle la culpa a los demás en lugar de reconocer las responsabilidades propias).

Digo lo anterior porque fui a tramitar mi cédula profesional (documento que te acredita y te da autoridad de decir cualquier estupidez acerca de tu carrera con la garantía de que ya cuentas con la omniprepotencia para hacerlo), y entre las ciencias tramitológicas y el aprender a tejer (para llevarme mis bolas de estambre y tejer bonitos suéteres durante el tiempo en el que uno pasa de la ventanilla x a la ventanilla y) descubrí que no sólo odio esas dos cosas, también puedo llegar a odiar a la gente con la que comparto la desgracia de la burocracia (...un verso).

Todo se lo debo a un tipito (al que llamaremos el niño tose-tose) que se la pasó tose y tose (sí, ando falto de inspiración en estos días) cerca de mí durante mi estancia en Profesiones. Y el término correcto no sería 'tose y tose' porque su actividad no se limitó sólo a eso, fue toda una amplia variedad de carraspeos y otros sonidos guturales que hubieran sacado de quicio al mismísimo Mahatma Gandhi (y allá va Gandhi con todos sus kilitos lanzándose en contra del tipejo este para caerle en la yugular enterrándole una fotografía tamaño infantil o ensartándole la solicitud de registro en la frente ante los aplausos y beneplácito de los presentes).


Pequeña pausa (ponga la música de espera de oficina más horripilante aquí) para dejar de escribir en mi cuaderno porque el niño tose-tose está detrás de mí tratando de averiguar qué escribo, y yo estoy a punto de clavarle vigorosamente la pluma en los pulmones para ver si así se descongestionan sus vías respiratorias.


Ya sé que al señor dueño de este bló le da por exagerar las cosas, pero en esta ocasión no fue así. El niño tose-tose hizo evidente su presencia desde que ingresó al recinto y se formó detrás mío: tres carraspeos, dos tosidos, cuatro carraspeos, un simulacro de gallo, y así sucesivamente; cinco minutos después, yo estaba más que preparado para comenzar la ola sangrienta, y mi única salvación era llegar a la primera ventanilla, apurarme con la revisión de mis documentos y correr hacia la segunda ventanilla para tratar de dejar atrás al tipo con su tuberculosis. Y pensé que lo había logrado hasta que la señorita del siguiente trámite nos dijo que debíamos sentarnos ordenados de acuerdo al número de turno que nos habían entregado en la ventanilla anterior. Estaba a punto de cantar victoria porque al niño tose-tose no le había tocado el asiento siguiente, y el karma me recordó lo mal que le caigo (he llegado a pensar que hasta le cago la madre), al niño tose-tose me lo mandó al asiento de atrás, así que tuve que chutarme la sinfonía del bacilo de Koch durante los siguientes 20 minutos con la misma calidad Dolby Stereo del home theater (ponga la marca de su preferencia aquí).

Cuando en la ventanilla me dicen que podré tener un hermoso número de cédula (canjeable por el de verdad) a la una de la tarde, sufrí por la incertidumbre de no saber qué hacer en las siguientes dos horas y media, pero gocé por no tener que soportar al niño tose-tose. Así que fui a recluirme al lugar más entretenido para aprovechar dos horas de ocio: las escaleras de un Office Max para estar echadote como iguana y esperar a que los rayos del Sol me derritan lo poco de masa cerebral que me queda. Fue entonces que decidí empezar a escribir mis observaciones respecto a esta situación, hasta que un sonido intermitente y bastante familiar me sacó de mi concentración. Levanté poco a poco la vista tratando de cerciorarme que el sonido era producto de mi imaginación o por la sugestión, pero el karma malparido y desgraciado insistió en mancharse conmigo. Ahí estaba el niño tose-tose dirigiéndose a las mismas escaleras. Estuve tentado a cerrar los ojos apretando mis parpados fuertemente ("si no lo veo no me ve, si no lo veo no me ve... ") esperando a que pasara de largo, y así fue: pasó de largo tres escalones para sentarse en el cuarto detrás de mí. Otras dos largas horas aguantando al nene, y yo demasiado cansado y con pocas opciones de dónde poder aplastarlas a gusto como para largarme de ahí.

Una parte de mí, que jamás me había percatado que existiera, pensó en las múltiples posibilidades para darle al niño tose-tose una muerte lenta y dolorosa (la más destacada fue la de colgarlo por el cuello mientras él estuviera parado sobre un bloque de hielo y colocarle una piedra de 50 kilos amarrada a sus cositas). Cuando ya estaba dispuesto a llevar a cabo alguna de mis ideas, preferí largarme a caminar ida y vuelta a CU para matar el tiempo en lugar de a él. A la hora de regresar por mi papelito, el orden cósmico se había reestablecido, y no volví a encontrármelo.

Y para no seguir atormentándolos con mis quejas acerca de cómo me atormentó el niño de la garganta atormentada, felicítenme, ya voy a tener cédula.

Y al karma desgraciado: fuck you! Mañana voy a ver lo del Seguro Social, nada más me sales con otra jalada igual o peor y vamos a ver de a cómo nos toca.

miércoles, 8 de julio de 2009

Operación dragón

Hace dos semanas, me llama una amiga requiriendo mis servicios (los profesionales, no los gozosos), quería que le hiciera un diseño de tatuaje que contemplara hartas especificaciones. Yo que soy bien diestro para retener gran cantidad de información irrelevante, olvidé todo en cuanto el cerebro intentó procesar la información, filtrando únicamente que tenía que ser un dragón, de color morado, con cabeza de dragón chino y alas de alebrije (un remix bastante raro... qué pasonsote).

Entonces decidí conseguir imágenes de Barney, el único dragón morado que tenía a la mano como guía para el diseño a realizar, y comencé a bocetar hasta que un amigo me visitó y, contándole los pormenores del proyecto, me dijo que Barney no era un dragón sino un dinosaurio -con razón me parecía un dragón muy puto-, con lo que me di a la tarea de hacer bolita todos los papeles sobre mi mesa para depositarlos en el bote de basura y comenzar de nueva cuenta (¡demonios! debí documentarme en una fuente más confiable como el twitter). Habiendo depurado mi banco de imágenes con puros dragones machines, y después de obligar a mis neuronas a cometer genocidio, por fin logré el boceto deseado: una lagartija con alas...

Nadie dudaría de mis habilidades artísticas con bocetos como estos.

Después de mostrárselo a mi amiga, y dos mentadas de madre después, deduje que posiblemente la molestia de mi amiga se debía a que se tendría que mejorar el dragón. Así que decidí -ahora sí- ponerme realmente a trabajar para conseguir lo siguiente:

Así hasta parece uno gente seria (nada más no se fije en los dedos fracturados de la pata derecha para no perder la seriedad).

Luego, a trazarlo en Illustrator y mandarlo a Photoshop para el manicure, pedicure, permanente, y para aplicarle color.

Los manchoncitos de colores son la paleta de color para sentirse uno como Bob Ross (note usted que no olvidé el verde vejiga, sólo omití los arbolitos felices). Y le pusimos un yeso a nuestro dragón para que recuperara la posición normal de los dedos.

Y con tus manos y tu imaginación... y con una pequeña ayuda del dios Photoshop, queda el resultado final, que gracias a la maldita manía del blogger usted tendrá que darle click a la imagen para poder verla más a detalle.


¿Y la foto del tatuaje? Se las quedo a deber porque mi amiga fue a hacerse las pruebas de tinta y resultó alérgica... ¡Plop!

viernes, 3 de julio de 2009

Clases de interacción humana 4

Si usted fotografía o graba a su pareja desnuda, o mientras sostiene relaciones sexuales con ella, usted es simplemente un(a) pervertido(a). Pero si las fotos y el video se venden, se suben a internet, reciben más de 10,000 visitas por minuto, son el Top 5 en los principales sitios web de pornografía, y se convierte en un escándalo difundido en los principales medios... ¡Felicidades! Es usted todo(a) un(a) socialité.