domingo, 1 de marzo de 2009

De guitarras y cantores

El pasado viernes, el señor MxRush y yo disfrutamos de un delicioso café. Teníamos charlas interesantes acerca de las similitudes de Bach con los DJ's contemporáneos, cuando escuchamos varios gritos aterradores provenientes del local de hamburguesas de al lado. Pensamos que se les había acabado la carne molida, por lo que se habían dado a la tarea de matar a algún perro para contar con el ingrediente principal que les permitiera preparar más de estos apetitosos platillos, pero no, se trataba de un monito que estaba cantando (por llamarle de algún modo a eso que era una verdadera ofensa al sistema auditivo).

Alguien debería hacer algo por parar esa masacre —dije con una mueca que evidenciaba mi poco interés por salvaguardar la integridad física del pseudo-cantante aquel.
Aíslalo, ignóralo —sugirió MxRush—, o podrías hacer una entrada para tu blog.
¡No! Alguien debería reventarle la guitarra en la cabeza —contesté manifestando efusivamente mi deseo por hacerle daño al cantante de pacotilla.

Total, que no le rompí la guitarra en la cabeza, ni le di una patada en las gónadas para ver si así era capaz de alcanzar los agudos que se proponía sin conseguirlo (pobre iluso), pero sí terminé escribiendo esta entrada en el blog acerca de estos peculiares showmen.
No voy a hablar de esa gente talentosa que sí canta y toca uno o varios instrumentos porque, aparte de desvirtuar -más- el concepto quejoso de este bló, no es tan divertido.
El origen de estos seres es algo incierto. No se sabe si es por culpa de la sociedad, si es debido a que no gozaron de una infancia feliz, o que a algún soperutano, con muy mal gusto y oído musical, se le ocurrió decirles que 'eso' que hacen (tocar guitarra y cantar) lo hacen como unos verdaderos genios musicales. Esto hace que dichos discapacitados sociales crezcan con un ego inversamente proporcional a su talento, al grado que creen que son artistas incomprendidos porque nadie es capaz de entender su obra (excepto otros inhabilitados mentales como él). Estos factores, a la larga, originan varios traumas psicológicos en las personas que tienen que chutarse las "grandes producciones" que montan los señoritos.

Aparte de compartir el mal gusto (en cuestiones musicales y repertorio), la evidente falta de afinación en las cuerdas vocales (y a veces hasta falta de las mismas), el ego elevado, estar rodeado de amigos (igual de estúpidos que él) que le celebran sus gracias, y otras rarezas, estos 'jilguerillos trovadores' cuentan con características específicas de la sub-división a la que pertenecen:

El Lora de tres pesos
Su edad y vestimenta hacen suponer que apenas regresaron, hace una semana, del festival de rock de Avándaro (1971). Emplea frases como "¡que viva el rock and roll!", "mamá prende la grabadora", y otras pertenecientes al famoso filósofo contemporáneo Alex Lora, así como el uso del mismo lenguaje florido y tono de voz. Su repertorio incluye los grandes éxitos -de ayer, hoy y siempre- del Aragán, El Tri, Tex-Tex, y otras bandas similares, por lo que desdeña todo aquello que no pertenezca al mismo género musical, y las bromas que realiza entre canciones pueden resultar ofensivas para los amantes de otros géneros y algunas tribus urbanas.

El Arjonita maldito de bolsillo
Como su nombre lo indica, es adorador de Ricardo Arjona, y trata de seguir la vida y obra del cantautor: se siente trovador, se siente cantante, se siente compositor, y cree que la mejor manera de escribir canciones excelsas es mediante el verso sin esfuerzo y metáforas disparatadas e ilógicas (comparables a las de un maestro lingüista como el Perro Bermúdez). El repertorio del arjonita, que cuenta con todas o la mayoría de las canciones de Arjona, es el mismo que el de Nicho Hinojosa. Su show tiene intervenciones donde cuenta anécdotas, frases sentidísimas y versos, que nos hacen reflexionar (sí, acerca de cómo nos gustaría que le cayera encima un avión con varios kilos de C-4 y nitroglicerina, o que nos cayera a nosotros, para dejar de sufrir una tortura tan obscena), igual que en cualquier concierto de Facundo Cabral, con la diferencia de que Facundo es un genio y el arjonita es sólo un gran pendejo.

El arjonita es un ser que tiende a plagiar e imitar todo lo que tenga buen gusto, especialmente canciones, igual que Arjona (i.e. se roba frases de canciones chidas, las transcribe para sus composiciones, y, al ser machacadas por su incapacidad literaria, terminan siendo una aberración poética), incluso la indumentaria, la cual fue tomada de cualquier trovadorcillo de Coyoacán.

El rockstar
Un metrosexual con guitarra, o con grupo musical en su manifestación más extrema. A este espécimen siempre se le verá acompañado de gente wannabe, regularmente mujeres que se sienten la última Coca Cola del desierto o gente que se cree de la High Society, que le celebrarán todas las idioteces que haga dentro y fuera del escenario. Su ego llega a niveles tan inexplorables que hacen que la palabra 'arrogante' tenga un nuevo sentido, por lo que poco o nada le importa su nefasto desempeño musical, pues, según él, nada le sale mal. Por lo cual, es muy común que se le escuchen frases como "ya saben que se reciben peticiones y, si me las sé, las toco, si no, pos no y se aguantan", "es la primera vez que la toco, y si salió como salió, pues ni modo, ya ahí está ¿no?", "por ahí se me fueron algunos gallos pero ya qué" (frase muy optimista, porque no fueron algunos gallos, más bien, fueron muchos gallos y algunas gallinas), "pues no me la sé (cuando le piden una canción), lástima ¿no?", etc. Todas dichas con singular valemadrismo y una sonrisota pendeja dibujada en su rostro, porque tiende a pensar que sus "chascarrillos" idiotas lo hacen parecer chistoso (y sólo le causan gracia a él).

Su repertorio incluye canciones de gente tan cool como él y que signifiquen un verdadero reto vocal para cualquier mortal (en pocas palabras, se identifica con Bunbury y cree que su registro es de lo más amplio, cuando en realidad es más feo que Changoleón y sus berridos hacen que uno desee vehementemente extirparse los tímpanos). Esta es una de las peores especies que uno puede encontrarse.

El yupi-yaya
A pesar de venir en diferentes presentaciones (de indumentaria y/o tribu urbana), se siente hija de la caridad, o tiene una inmensa falta de atención y amor, porque siempre está interactuando con la gente e incitándolos a que participen activamente en su -deplorable- show. Su repertorio tiene canciones rosas y optimistas (en ocasiones, hasta religiosas) que lleven un mensaje de paz y amor a la humanidad, e insiste en que el público aplauda o coree sus canciones.

El 'rojillo'
Todo lo contrario al yupi-yaya. Canta canciones de protesta o comunistas, que seguramente fueron escritas por el arjonita (debido al alto contenido intelectual), y no le interesa que la gente cante con él, le interesa más que escuchen lo que él tiene que decir. Esta especie busca crear conciencia social en todos los seres humanos, su discurso es peor que el de cualquier político, su aspecto visual es altamente nocivo para la vista, y -todavía- espera que le den una propina por haber sido nuestro líder de opinión.

Nota: Si se encuentra con algún rojillo, apague su i-pod o aparato reproductor que tenga funcionando y regálele una sonrisa, tal y como él dice (si es que no le da una moneda), de lo contrario, aténganse a las consecuencias y prepárese para zamparse todo un sermón socio-cultural-cómico-mágico-musical acerca de los buenos modales, cuánto apesta la sociedad, y será cuestionado acerca de su calidad como ser humano.

El Jim Carrey trovador
Es aquel que se la pasa haciendo chistes durante todo su show, por lo que es normal que cante dos canciones en un lapso de 30 minutos, mientras que los comensales, o pasajeros del camión, desearíamos causarle dolor infinito.

Algunos de ellos sí llegan a ser graciosos, aquí depende de nuestro estado de ánimo (despertarse más pendejo que de costumbre o estar bajo el influjo de sustancias tóxicas).


Estas son las especies más representativas, y actualmente clasificadas. Con esto, usted podrá distinguir a cuál se enfrenta y, conociendo sus características, sabrá cómo lidiar con ella. Si usted conoce otra especie más, o descubre una nueva y no sabe su clasificación, hagámelo saber en el cuadrito de comentarios que aparece aquí abajo.



Agradecimientos:
La Bacínica agradece ampliamente a todos los trovadores de Coyoacán, así como los cantantes de camión, restaurantes, bares, y cafeterías, por aportar material valioso para la investigación y elaboración de esta entrada del bló.

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